Cervantes, Shakespeare
Prisma latinoamericano, lecturas refractadas

Reflexiones desde Montevideo


15.5.15

El juicio de Rodó


Francisco Alvez Francese (UdelaR, Uru.)


En la introducción al libro de ensayos The Pleassures of Exile, de 1960, el barbadense George Lamming enjuicia a Prospero, que pasa de ser el mago que desencadena y controla los hechos en The Tempest al colonizador europeo, despótico amo de Calibán, símbolo del esclavo africano en el Caribe. En Enmascarado, cuento largo que forma parte del libro homónimo, de 2007, Juan Introini (1948-2013) reintegra a Prospero al lugar del poder y pone a juicio a José Enrique Rodó. Rodó, que convirtió (siguiendo a Darío y a Groussac de cerca) en arquetipos a los personajes de The Tempest, se verá enfrentado a esos personajes que han sido vaciados y vueltos a llenar por Introini de carga simbólica, un siglo después de Ariel.

El juicio de Rodó pasa a ser también un símbolo. A través de los personajes shakespereanos, interpretados y vueltos a interpretar (no sólo se limita Introini a tomar elementos de The Tempest, sino que recorre otras obras, Macbeth es un ejemplo) y de Rodó mismo, Introini enjuicia el lugar de las humanidades en Uruguay, la crisis de un sistema de creencias, de un modelo, de una forma de entender la cultura (el epígrafe del cuento pertenece, además, a Emilio Oribe, figura fundamental de la crítica pre-generación del 45). A la vez, y no sólo a través de los personajes evidentes: Miranda, Ariel, Caliban, Prospero, se pone en cuestión (como había hecho Lamming) la noción de mundo y de individuo del propio Shakespeare, pero también las diversas lecturas y problematizaciones que el siglo XX deparó a su obra.

La corte configura un lugar poderoso en la literatura (basta citar ejemplos tan tempranos como los juicios de Salomón en La Biblia o Las Euménides de Esquilo) donde a menudo el absurdo, que encarna la ley, es su característica más notable. Un absurdo que tiene su base en lo lingüístico (piénsese en la novela VI de la cuarta jornada del Decameron de Boccaccio o en el juicio de Hermione en The Winter's Tale, de Shakespeare) pero también en el suceso mismo del juicio, como lugar de desmesura donde lo humano y lo sobrehumano (a menudo, lo divino) se problematizan. La corte de justicia es el lugar elegido tanto por Lamming como por Introini para situar parte de la acción. En Enmascarado se desarrolla un auténtico espectáculo que tiene mucho de circense y toma más de las fantasías de Carroll o las pesadillas kafkianas que de los juicios realistas, de, por ejemplo en Uruguay, Carlos Martínez Moreno. Ese espectáculo con elementos surrealistas (propios del paisaje onírico que caracteriza muchas de las obras de Introini) es la arena donde se ponen en juego los valores y creencias y la figura del intelectual que encarna Rodó (así como en La Tumba, de 2002, Francisco Acuña de Figueroa es El Poeta).

Tomando a Rodó como centro del tríptico, se puede entonces establecer una clave de lectura: leer tanto a Shakespeare desde Introini como a Introini desde Shakespeare. El perspectivismo shakespereano, la idea de ilusión creada por Prospero y la transformación de los personajes-símbolos que realiza Rodó y que resignifica Introini ayudan a comprender dos formas de leer The Tempest desde Uruguay.

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